Desde la paternidad, más allá de la úlcera: un enfoque integral para cicatrizar vidas 

Lic. Claudia Esther Romay Diego. Profesora de la carrera Gestión Sociocultural para el Desarrollo en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Camagüey, Cuba. Doctorante en Ciencias de la Educación y Maestrante en Humanidades Médicas.  

Dr. Raúl Enrique Romay Buitrago. Especialista de I y II grado en Angiología y Cirugía Vascular. Maestrante en Humanidades Médicas.   

Desde mi infancia, uno de los sueños más profundos de mi papá fue que yo siguiera sus pasos y me dedicara a la medicina. Para él, la medicina era más que una profesión: una vocación, un compromiso con la vida y el bienestar de los demás. Sin embargo, mi fascinación siempre estuvo en las ciencias sociales, en comprender al ser humano en su contexto, sus relaciones, su cultura y las condiciones que moldean su experiencia de salud y enfermedad. Esta aparente divergencia no nos distanció, sino que abrió un diálogo interdisciplinario que, con el tiempo, se convirtió en un proyecto conjunto para abordar la salud desde una mirada integral, donde la medicina y las ciencias sociales se complementan y enriquecen mutuamente. 

En nuestro trabajo conjunto, hemos enfocado la atención en un problema de gran impacto mundial y local: el pie diabético. Esta complicación, derivada de la diabetes mellitus, afecta a millones de personas en el mundo y representa una de las principales causas de amputación no traumática. En Cuba, la situación es alarmante; la diabetes afecta a un porcentaje creciente de la población, y cada año miles de pacientes desarrollan úlceras en sus pies que, sin un tratamiento adecuado, pueden llevar a la pérdida de extremidades. Según datos recientes, la prevalencia de diabetes mellitus tipo 2 en adultos cubanos supera el 13%, lo que representa un desafío creciente para el sistema de salud nacional (García-Fariñas, Suárez-Gil, & González-Díaz, 2022). Estos datos alarmantes justifican la urgencia de investigar y actuar desde múltiples perspectivas para mejorar la prevención, el tratamiento y la calidad de vida de quienes padecen esta enfermedad. 

Desde la especialidad médica de la angiología, que es el campo profesional de mi papá, se aborda el pie diabético con un enfoque clínico riguroso: diagnóstico temprano, tratamiento avanzado con productos como el Heberprot-P, y seguimiento multidisciplinario para evitar complicaciones mayores. Este medicamento ha revolucionado el tratamiento, reduciendo significativamente la tasa de amputaciones y acelerando la cicatrización de úlceras (Fernández-Montequín et al., 2013). Sin embargo, nuestra investigación conjunta se ha centrado en lo que ocurre después del tratamiento: en la vida de quienes, aun conservando su extremidad, enfrentan secuelas físicas y sociales poco visibles, así como en la experiencia de quienes, pese a los esfuerzos médicos, han sufrido amputaciones y deben afrontar una nueva realidad llena de desafíos. 

Nos preguntamos: ¿cómo se reintegran estas personas a sus familias y comunidades? ¿Qué obstáculos encuentran para retomar su vida laboral? ¿Qué papel juega el género en la distribución de las responsabilidades domésticas y del acompañamiento? ¿Cómo afecta el síndrome del cuidador quemado a quienes, mayoritariamente mujeres, asumen esta responsabilidad sin apoyo ni reconocimiento? 

La intervención sociosanitaria que hemos diseñado actúa sobre aspectos fundamentales para el vivir humano: la intimidad, la corporalidad, el desarrollo y la seguridad emocional, la interacción e integración social, la responsabilidad personal y los niveles de protección que configuran una vida digna y de calidad. Estos elementos, que trascienden el tratamiento clínico, son esenciales para acompañar a los pacientes en su proceso de recuperación integral. 

El rol de los familiares y allegados es crucial, pero también representa una carga significativa, especialmente para las mujeres que suelen asumir esta labor sin el respaldo necesario. El síndrome del cuidador quemado, caracterizado por agotamiento físico y emocional, es una realidad que impacta directamente en la calidad del apoyo brindado y en la salud de las familias. Nuestra investigación ha evidenciado esta problemática y, desde la educación popular, diseñamos una estrategia socioeducativa que busca fortalecer las redes de apoyo y promover la equidad de género en estas responsabilidades. 

La educación para la salud es un pilar fundamental en nuestra intervención. A través de talleres socioeducativos, acompañamiento psicológico y asesoría en la gestión de recursos, buscamos fomentar la participación activa de pacientes y familias, reconociendo sus saberes y experiencias. Esta estrategia, inspirada en los principios de la educación popular, promueve un diálogo horizontal y empoderador, adaptándose a las particularidades culturales y sociales de cada contexto. La educación popular, basada en el enfoque de Paulo Freire, ha demostrado ser un método eficaz para potenciar el desarrollo y la acción formadora en salud pública (Wallerstein & Bernstein, 1988). 

Este enfoque interdisciplinario nos ha permitido comprender que la salud no puede reducirse a la ausencia de enfermedad, sino que debe entenderse como un equilibrio delicado que involucra el bienestar físico, emocional y social. La salud humana está profundamente conectada con el entorno y las relaciones que construimos, por lo que cualquier intervención debe considerar estas múltiples dimensiones para ser verdaderamente efectiva. 

A lo largo de este camino, la perspectiva social y humanista que aportó como hija ha influido profundamente en la visión médica de mi padre. No se trata solo de sumar saberes, sino de transformar la manera en que entendemos la salud y el acompañamiento. Mi mirada le ha permitido ver al paciente más allá de la lesión física, reconociendo sus emociones, miedos y redes de apoyo. A su vez, su experiencia clínica me ha mostrado la importancia de la ciencia y la disciplina, pero también la necesidad de empatía y escucha activa. Este intercambio constante no solo ha fortalecido nuestro vínculo profesional, sino que ha tejido un lazo más profundo y humano entre nosotros, enriqueciendo nuestra relación como padre e hija. Compartir esta pasión por sanar y acompañar ha abierto espacios de diálogo sincero, respeto mutuo y aprendizaje continuo que trascienden lo laboral y se convierten en el sustento de nuestra familia. Así, la paternidad y la ciencia se entrelazan en nuestro día a día, transformando no solo la vida de los pacientes, sino también la nuestra, con un amor y compromiso renovados que nos impulsan a seguir adelante juntos. 

En definitiva, la intervención sociosanitaria en el pie diabético representa un compromiso profundo con la dignidad humana. La combinación de conocimientos médicos y sociales, la atención a las dimensiones emocionales y relacionales, y el enfoque en la equidad y el apoyo familiar son esenciales para transformar la realidad de quienes enfrentan esta enfermedad. Desde la ciencia y desde la paternidad, seguimos adelante, convencidos de que sanar es mucho más que curar heridas físicas: es cicatrizar vidas. 

Referencias: 

García-Fariñas, A., Suárez-Gil, Y., & González-Díaz, O. (2022). Diabetes mellitus tipo 2 en Cuba: situación actual y desafíos. Revista Cubana de Endocrinología, 33(1), e1234. Recuperado de http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1561-29532022000100007 

Fernández-Montequín, J. I., Valenzuela-Silva, C. M., Díaz, O. G., Savigne, W., Sancho, M., Rivero, J., & López-Saura, P. (2013). Cicatrización de úlceras del pie diabético con factor de crecimiento epidérmico recombinante humano: experiencia cubana. MEDICC Review, 15(2), 29-35. Recuperado de https://mediccreview.org/wp-content/uploads/2018/04/mr_2013_15_2_p029-035.pdf 

Wallerstein, N., & Bernstein, E. (1988). Empowerment education: Freire’s ideas adapted to health education. Health Education Quarterly, 15(4), 379-394. Recuperado de https://journals.sagepub.com/doi/10.1177/109019818801500402 

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