
Autora: Thalia Ponce Dimas. Maestra y Doctora en Estudios Organizacionales por la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa.
Pensé mucho en escribir este texto, quizás más de lo que debí pasar tiempo pensando en eso. Pero, esto es, quizás para mí un desahogo. Alerta de spoiler: esto no es solo una queja sectorizada, les prometo que al terminar de leer esto, no solo me quejo.
Un día me di cuenta de que aún las mejores mentes de mi generación de doctorado o aquellas personas cercanas a mí, viven la precariedad laboral de estos tiempos. Y no son las mejores mentes de mi generación porque yo lo diga, de cualquier forma, siguen cumpliendo con los parámetros que les pide el sistema que gestiona la Ciencia en México, representados por ser parte del Sistema Nacional de Investigadores u obtener una beca de posdoctorado.
Esas personas, aún con estas distinciones, deben estar pendientes de aplicar a una plaza cada medio año o uno, trabajar en más de una universidad, estar cazando convocatorias, o gestionar su vida para buscar seguir haciendo lo que les gusta. Es decir, viven en la expectativa de mantener un trabajo para pagar la renta, servicios, transporte, comida entre otras cosas; por lo que eso sigue siendo un trabajo precario, donde a pesar de tener un ingreso constante, no se tiene una seguridad laboral, lo que hace en algunos casos buscar otros ingresos que no sean de la academia solamente.
Esto no es una situación nueva, que tenga que ver solo con esta gestión del Conacyt. Hace algunos años en 2017, se hacían reclamos por falta de becas, inversión en el sector y alcanzar el 1% del PIB. No, este gobierno tampoco lo ha logrado. A inicios de esta administración seguimos observando estas peleas entre el grupo entrante y saliente, haciendo señalamientos de abuso de poder de ambas partes.
Sin ser novedad, salieron los registros de gastos absurdos por parte de la gestión anterior, digo que nada nuevo, por que tampoco es que esperemos otra cosa. Mientras tanto, la masa de la población de investigadores sigue con los problemas de siempre. Este mecanismo de grupos y cotos de poder, se replica en los diferentes espacios donde se hace investigación, tampoco vamos a decir que eso es nuevo.
Todo esto sucede mientras se siguen persiguiendo exigencias de los nuevos ingresos al Sistema Nacional de Investigadores (SNI), los estudiantes de posgrado, los egresados con posgrado y sin plazas, es decir todos los que no pertenece (mos) a esos grupos. Tratando de sobrevivir y haciendo lo que nos gusta. Yo se que quienes me lean y no sean de este sector, me dirán y a justa razón, por qué tanta queja, tu tuviste la oportunidad de hacer un posgrado, becada por el gobierno.
Y sí, no lo voy a negar, sería imprudente dejar de decir que la población que hace posgrados en México, la gran mayoría, cuenta con ciertos privilegios de los que muchos no cuentan. Estudiar una carrera universitaria lo es. Sí, también sé que algunos me dirán que esto es por que te lo ganaste por tus capacidades y actitudes que otros tantos no tienen. Es probable que así sea, pero tener esas capacidades no es algo al azar, tiene que ver con el acceso aún limitado a ciertas oportunidades.
Si lo observamos muy bien, este problema que cuento con relación a un sector en particular, le sucede a toda una generación, que no importa a que se dediquen, pero la mayoría aún no cuentan con casa o terreno propio, como sus padres a la misma edad, si es que queremos medir esto en propiedades. Este no es un problema aislado, sino estructural.
Este panorama no parece nada bueno, y menos si quienes me leen están estudiando o piensan estudiar un posgrado y dedicarse a hacer investigación, mucho menos para los que van a egresar. Tampoco quiero que avientes tus lecturas, tu tesis y te acuestes a llorar y no hacer nada, porque, aunque yo también lo he pensado, siempre trato de buscar que es lo que podemos hacer.
Debo decir que en lo personal lo que me ha levantado, es pensar en la posibilidad de crear propios espacios, de construir redes basadas en el interés por las personas y no por lo que hacen. No estoy hablando de redes solo para trabajar, sino para estar, para animar y tratar de existir. Eso, creo yo, es lo que nos queda por hacer, tender la mano y pensar en construir comunidades reales.
A los egresados de posgrados a veces se nos olvida mucho eso de hacer comunidad e interactuar con quienes no hacen lo mismo que tú. Quizás es momento de tener la mente mucho más abierta y pensar en lo que podemos hacer en conjunto. Construir en vez de destruir a las otras personas. Quizás yo no hago todo esto, pero cada día trabajo por hacerlo.
Como un espacio de escape a todo esto puedo y debo decir, que pensé -en conjunto con otras personas- en la necesidad de que existiera algo como Huika Mexihco. Buscando la posibilidad, en este caso, de tejer redes abiertas, de apoyo y de acompañar en el trabajo de investigación. Aquí trabajamos en construir ese espacio donde podemos decir, ser y hacer. Este es uno de los diferentes lugares que intento crear, para no caer en el aislamiento y generar espacios comunes.
Eso es lo que nos queda, intentar formar esas redes.
