El amor único prestigio de Dios

Autor: Erik Geovany González Cruz. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores nivel 1. Doctor y Maestro en Estudios Organizacionales por la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa. Licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública por la Universidad Autónoma del Estado de México

Pareciera ser una luz dentro de un mundo de oscuridad, aquella verdad que no se sabe explicar, pero que todos llevamos y que pasa a ser la única cierta en el camino de la mentira. Es acaso, ¿la idea de Dios un peligro para el conocimiento o es este el sendero de la certeza? Es un parámetro que forma parte de la realidad de todo ser humano y es esta la respuesta más lógica, que puede darse también a eso que llamamos amor.

Nunca han sentido ganas de llorar por causas que se desconocen, o han sentido una rabia por solo imaginarse momentos o situaciones que nunca pasarían, es acaso ese sentimiento de dar todo por una persona, ese cosquilleo cuando te le acercas a alguien, ese nerviosismo, no son solo efectos químicos, son emociones. Es este el fundamento de la creencia de Dios, el amor es la única evidencia de este hecho. El no poder explicarlo con ayuda de la hermana bastarda de la religión, la ciencia (Frazer, 1951). El creer que se puede descubrir todas las causas, resulta ser una parte indispensable del pensamiento humano, que conlleva perder la simplicidad y dejar de maravillarse por las cosas hermosas y fantásticas de la vida.

No hace mucho estaba viendo un encuentro de la NFL, si no mal recuerdo era en Nueva York, estaba nevando y me pareció un fenómeno maravilloso, veía caer la nieve y créanme me emocionaba. Entonces me dije, acaso las personas que viven allá sentirán la misma emoción, no lo creo, es como yo he visto tantas veces llover que hay veces que me harta y que el hecho de verse continuamente provoca que ya no me sorprenda.

Esa pérdida de la habilidad de sorprenderse es de preocuparse, puesto que es esto lo que en un inicio provocó nuestra curiosidad y lo que llevó a que naciera el pensamiento humano, ese minuto “altanero y falaz de la <<historia universal>>” como lo considera Nietzsche (1996, p. 17), fue causa directa del asombro del hombre primitivo y es esa la causa de la filosofía. Sin embargo, la ciencia moderna se ha encargado de desmantelar el pensamiento profundo, para llenarlo de problemas geométricos y aritméticos que solo son las fantasías exactas de la realidad.

La realidad del ser humano primitivo provocó la necesidad de crear sociedades y, sobre todo, de crear un ente que diera sentido a su existencia. Cogito ego sum –pienso luego existo– (Descartes, 2012), no es solo una frase celebre, es toda una filosofía y parte fundamental de la creación del ser humano moderno. El humano es humano por que tiene la virtud de pensar y es ese pensamiento, lo que nos hace, supuestamente, superiores a los animales. Sin embargo, la sociedad primitiva se dio cuenta que la naturaleza era en realidad superior a ellos, dando como resultado la creación de Dioses. Dios desde el punto de vista que se quiera ver, es una creación del hombre, así como lo es el amor. Porque el hombre es el único animal que tiene tantos problemas para convivir uno con el otro, porque es el único que necesita de normas para coexistir. Estos problemas sociales provocan el pensar en un algo superior a nosotros.

Debemos entender que solo somos observadores, que cada cual “solo imagina observar lo que observa y siente”, como lo considera Fregoso (2007, p. 92), es necesario entender que la vida puede ser una creación de la imaginación (en el mejor de los casos una representación), sin embargo, es una sola y es preciso disfrutar de este espejismo. Debemos hacer que dios sea real pero no como un ente creador, si no como aquella motivación, la cual buscamos, para encontrar y disfrutar la dicha para la que nacimos, dejar de complicarnos la vida y pensar mejor en como ser felices y encontrarnos aquello que todos buscan, en sus diferentes formas, el amor.

Referencias

Descartes, R. (2012). Discours de la méthode. Francia: Librio.

Frazer, J. G. (1951). La rama dorada. Magia y religión. México: Fondo de Cultura Económica.

Fregoso, A. (2007). Saber y creer. Textos y pretextos sobre el pensamiento científico y el pensamiento religioso. México: Universidad Autónoma Chapingo.

Nietzsche, F. (1996). Sobre verdad y mentira en sentido extramoral. Madrid: Editorial Tecnos.

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